Creo que nunca antes había escrito sobre política. Esta vez me arranqué. Los motivos parecen evidentes. Ahí va:
Hasta hace no mucho, me contaba un amigo versado en la materia, cuando los seminaristas salían a pasear, a airear sus cuerpos y sus mentes fuera del seminario, el número siempre era el mismo: tres. En pos de evitar los placeres de la carne y el pecado nefando, con la terna nos encontrábamos en una situación ideal, pues dos dispuestos nunca sabrían si el tercero lo estaba también, corriendo el riesgo de la delación ante sus superiores terrenales, que los otros, los no terrenales, era evidente que todo lo veían. Cabía otra posibilidad paradójica, y es que se iniciaran los tres en el proceloso, a la par que hedonista, mundo del sexo grupal, al menos trino.
El resto está aquí.
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