la juventud del que nació en el 33

En los últimos días he vuelto a consumir cultura. Me ha venido esa expresión a la cabeza y he decidido escribirla. La expresión es en sí misma un análisis sociológico. La dejo sin desarrollar por evidente y por jugar.
El caso es que volví a leer, a escuchar música, a ir al cine... No con todo el sosiego que me gustaría pero sí con el imprescindible. Ayer vi esta película que sigue. Volveré a verla en casa.
Michael y Rachel me hipnotizan. El primero ha conseguido parar el tiempo, cocinar con el estatismo la máxima expresividad. No sé cuánto le queda entre nosotros, pero el tiempo que sea será poco: poco para nosotros. Cuando marche dejará un hueco irrellenable. A Rachel la miraría todo el día. Es lo que tienen los mitos cinematográficos, que se puede prescindir de su parte humana aunque precisamente sea lo que representen. Creo que no me equivoco al decir que es la actriz que más me interesa hoy en día del panorama internacional y comercial, junto con Eva Green, salvando a toda la vieja guardia de la generación de Caine y aledaños, que militan en otra liga. Me da que una liga inalcanzable.
Las fotos que encuentro de ellos en presentaciones y derivados son bien explícitas. A ella le falta meterse en el traje de él, con él dentro. Tonta no parece. 



Dejo una minientrevista, más que suficiente para apreciar la magnitud de la tragedia:



De la dupla con Harvey dejo una foto en la que me parece una de las historias memorables de la película: las apuestas sobre la pareja que no habla en el comedor del balneario. Colosal el desenlace de la bofetada y posterior empotramiento en el bosque con la mirada de dos niños tras el árbol. Dos niños octogenarios.

006

De lo que leo en las críticas, este extracto me gusta mucho -está completa aquí-:
Es casi absurdo decir que el personaje de Michael Caine está a una altura a la que quizá acabe llegando Jep Gambardella cuando se le apague el rescoldo del cinismo y ya se le quede una sabiduría sofocada, y más absurdo aún ponerse a subrayar que su interpretación es indeleble, imposible de quitar de la piel de la película, como una mancha de nacimiento.

La película, que aún no lo he dicho, se titula Youth o La juventud, y es una creación del inefable Paolo Sorrentino.

Si encuentro otro remanso, seguiré dando cuenta de mi consumo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario