John Seward y Patti LuPone

El bestialismo de Patti, que uno piensa desaparecido a partir de determinado momento de la serie por mor de la extinción de su personaje, vuelve si cabe más visceral en la última temporada. Los duelos con Eva son de antología y, como con todos los dinosaurios a los cuales se enfrenta Eva, aguanta el tipo perfectamente. Eva es, de la colección de jóvenes de la serie, la única que puede medirse de igual a igual con la vieja guardia. La superdotación es lo que tiene.
LuPone es un ser de improbable génesis, uno de esos monumentos en vida en medio del imbecilismo y la mediocridad que ella misma apunta certeramente y sin pudor, como no podía ser  de otra manera dados sus intestinos.
Los diálogos en la consulta de la doctora son un ejercicio de maestría; el tempo de cada interlocutora es un duelo; la figura del, digamos ayudante de la doctora, un adminículo que se torna imprescindible conforme avanza la serie; la decoración de la habitación y, cómo no, los cuadros, un absoluto disparate en su excelencia.
Salvo, para el que les escribe, la música -muchas veces demasiado evidente, demasiado simplona-, todo, absolutamente todo en Penny D. es excelso. A veces, directamente abrumador. Como la superdotación, la belleza es lo que tiene.

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