En Secret State, si hay algún pero, es el de por qué no alcanzar la absoluta y definitiva excelencia, por qué no hacer un 10 de Nadia. Y es que conforme avanzan las cuatro horas que dura el asunto, el alejamiento de lo creíble aumenta. Una pena porque, por lo demás, la cosa es de un calado insólito. La vuelvo a ver por segunda vez en tres días y se me acrecienta el calado.
El amigo borracho y fiel posee una interpretación escalofriante. El jefe del grupo parlamentario es la escuela inglesa en puridad. Y Gina es, qué decir de Gina.
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