A veces un suceso no ocurre porque hace falta un universo muestral enorme de forma que la probabilidad del suceso sea algo significativa. Por ejemplo: para hablar de todo lo que habla Gabe en Red Army es necesario que sus padres sean de donde son, que él tenga la edad que tiene, que le guste y practique el deporte que le gusta y practica y que viva donde vive. Ah, se me olvidaba: y que tenga el talento, la curiosidad, la finura, la delicadeza que tiene. Para que surja un Gabe hace falta mucho tiempo y muchos millones de personas, de modo que al final, por pura estadística, una de ellas atesore todas esas características.
A lo largo de la casi hora y media de metraje, hay momentos en los que uno no da más crédito emocional a lo que está desfilando ante sus ojos, pues la carga es de tal calado y de tal profundidad desde el principio que se corre el riesgo de saturación. Al final, llanto y gratitud. Y un eco que me acompaña y no se irá nunca, el eco de un hombre que probablemente sea la guía de todo el documental, la guía creativa, ética, honesta, ejemplar, única: Tarasov. La guía de lo que se perdió por el camino, desde que la URSS era la URSS hasta ahora.
Absoluta obra maestra del género documental: el más tramposo de los géneros; el, probablemente, más fino.
Si quieren a Gabe contando de qué habla su obra, aquí lo tienen. El chico habla bien claro. Lo dicho: el niño salió fino.
Absoluta obra maestra del género documental: el más tramposo de los géneros; el, probablemente, más fino.
Si quieren a Gabe contando de qué habla su obra, aquí lo tienen. El chico habla bien claro. Lo dicho: el niño salió fino.
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