Al
atardecer, de Kavafis, me llega a última hora del día. La primera versión, de José
Mª Álvarez; la segunda, de Harold Alvarado Tenorio.
Al
atardecer
De
cualquier forma aquellas cosas no hubieran durado mucho.
La experiencia
de los años así lo enseña. Mas qué
bruscamente
todo
cambió.
Corta
fue la hermosa vida.
Pero
qué poderosos perfumes,
en
qué lechos espléndidos caímos,
a
qué placeres dimos nuestros cuerpos.
Un
eco de aquellos días de placer,
un
eco de aquellos días volvió a mí,
las
cenizas del fuego de nuestra juventud;
en
mis manos cogí de nuevo la carta,
y
leí y volví a leer hasta que se desvaneció la luz.
Y
melancólicamente salí al balcón -
salí
para distraer mis pensamientos mirando
un
poco la ciudad que amo,
un
poco del bullicio de sus calles y sus tiendas.
Al
atardecer
De
todas maneras no iba a durar mucho -
la experiencia lo ha demostrado.
Pero el destino llegó y las detuvo.
cuán espléndido el lecho donde dimos placer a nuestros cuerpos.
un eco de aquellos días volvió a mí,
algo del fuego de nuestra juventud:
tomé una carta de nuevo,
y
leí y releí hasta que la luz faltó.
Entonces, triste, salí al balcón,
para mudar mis pensamientos, mirando,
por un instante, la
ciudad que amo;
por un momento las calles y las tiendas.
por un momento las calles y las tiendas.
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