y esa mirada

Se me quedaron los ojos de Edna Lieberman y los tres últimos versos flotando durante unos pocos días; durante esos pocos, la red neuronal hizo sus asociaciones y me llevó al sólo mátame con tu mirada lánguida.
Y nada.
Insoportable.



Entre caricias salvajes y zumbidos de motor
como un destello en la noche
cruzamos campos solitarios.
Y no, yo no estoy loco,
aunque tú me lo quieras hacer creer.
Te recogí en la autopista
y a partir de ahí
fue como un extraño sueño.
entre el viento y entre dudas.
La velocidad, la noche en el exterior.
No te conozco y de pronto
tus dedos como latidos;
y esa mirada, di por qué.
Si el mundo está vacío.
Mujer no me mires así.
Te recogí al anochecer.
¿Quién eres tú?
¿Quién eres tú?
Todo es tan raro.

Somos un coche suicida
sin una sola luz.
Autopista sin salida
¿Qué es lo que hago aquí yo?
Carreteras de misterio
¿Cuando amanecerá?
No recuerdo de dónde vengo
ni se dónde debemos estar.
Y no, yo no estoy loco
aunque tú me lo quieras hacer creer.
Sólo mátame con tu mirada lánguida,
que no recuerde nada más
que esas manos tan frías.
Nunca más amanecerá.
Tu y yo en medio del vendaval.
Tu cuerpo, el mío y nada más.
Tus besos me adormecerán.
¿Quién eres tú?
¿Quién eres tú?
Escalofríos de placer y esa mirada.
Di mujer: si el mundo está vacío
¿Quién eres tú?
¿Quién eres tú?

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