blow ill wind

"Ill Wind (You're Blowin' Me No Good)" is a song composed by Harold Arlen with lyrics by Ted Koehler.
It was written for their last show at the Cotton Club in 1934 and was sung by Adelaide Hall.


Lo que se fraguó con los que nacieron en el borde del siglo, ya lo he escrito muchas veces, fue de traca. Y lo del Harlem Renaissance, la mascletà.
La interpretación de Lonette en la película, más que digna, conforma una de las virguerías que más me gustaron de Francis en su Cotton Club, sentido homenaje a todos aquellos bicharracos, sus miserias y anhelos y el lumpen en el que nadaban, tanto los de arriba como los de abajo.







Blow ill wind, blow away
Let me rest today
You're blowin' me no good (no good)

Go ill wind, go away
Skies are oh so gray
around my neighborhood, and that's no good

You're only misleadin' the sunshine I'm needin'
Ain't that a shame
It's so hard to keep up with troubles that creep up
from out of nowhere, when love's to blame

So ill wind, blow away
Let me rest today
You're blowin' me no good (no good)

You're only misleadin' the sunshine I'm needin'
Ain't that a shame
It's so hard to keep up with troubles that creep up
from out of nowhere, when love's to blame

So ill wind, blow away
Let me rest today
You're blowin' me no good (no good)

Blow, ill wind, blow.

MMIL

Pues tanto Carlos, de manera más apasionada, como Yago, más analítica, lo han expuesto. Tan apabullante visualmente como alejada del concepto que todos añoramos.
Quizás duele menos porque era una derrota esperada.

gloriosa clarividencia

Estos días parece que Gloria vino a mí por vía interna y externa. Quién sabe qué mecanismos mueven qué hilos.
Lo primero me llegó de forma amorosa, quiero pensar. Lo segundo enlaza con la última entrada con ella y la conversación con Nch.

-¿Para qué sirve un poeta?
-El poeta tiene que ver con el verbo ver,
con el verbo sentir y con el verbo escribir.
El poeta sirve... como unas gafas,
para que veas, hijo mío, para que veas.

Sale caro ser poeta

Sale caro, señores, ser poeta.
La gente va y se acuesta tan tranquila
-que después del trabajo da buen sueño-.
Trabajo como esclavo llego a casa,
me siento ante la mesa sin cocina,
me pongo a meditar lo que sucede.
La duda me acribilla todo espanta ;
comienzo a ser comida por las sombras
las horas se me pasan sin bostezo
el dormir se me asusta se me huye
-escribiendo me da la madrugada-.
Y luego los amigos me organizan recitales,
a los que acudo y leo como tonta,
y la gente no sabe de esto nada.
Que me dejo la linfa en lo que escribo,
me caigo de la rama de la rima
asalto las trincheras de la angustia
me nombran su héroe los fantasmas,
me cuesta respirar cuando termino.
Sale caro señores ser poeta.

Gloria Fuertes

que Dios nos perdone

Yo vivía allí y veía lo que escribe Javier, lo que rueda Ruy. Por momentos pensé que la insania se había apoderado de mi mirada. Reconforta leer a Javier, volver a ver a Ruy y que la mirada, no dejando de ver, ya no ocasione los desperfectos que ocasionó.
Brutal y sucia; húmeda y hedionda.
Con fiebre, más.

Los grandes thrillers y el mejor cine negro siempre dicen más sobre la sociedad en la que se desenvuelven que sobre el caso en sí. Su complejidad y su genio residen en los subtextos y su radiografía social, nunca en la trama o la intriga. Los asesinos en serie, y en la magnífica Que Dios nos perdone lo hay, son productos de una época y un ambiente, y acaban conformando un retrato ético de un colectivo; aquí, de un tiempo de soledad y amargura, de violencia y cochambre, de inmundicia física y decrepitud moral. Que el criminal de la película mate y viole viejas solitarias en el centro de Madrid no es baladí, es un estado de la cuestión.
El retrato que Rodrigo Sorogoyen ha compuesto de la capital en la tan fascinante como atroz Que Dios nos perdone es descorazonador en lo social. Y muy real para cualquiera que haya vivido aquí y tenga un mínimo sentido de la observación. Una ciudad de desconchones y humedades, de papel pintado roído y persianas rotas, de mugre en las calles y en las entrañas, un universo de pecado que pulula desde el título hasta el interior de buena parte de los personajes.

Javier Ocaña.

cansinismo

Esta viñeta de El Roto aparece el El País de hoy:


Y estos extractos, en esta entrevista publicada en el semanal del pasado fin de semana. Aunque hablando de asuntos distintos, la base es la misma.

Pues aquí y ahora no parece estar muy de moda escuchar… No nos han enseñado a escuchar. En las escuelas hay cursos de cómo hablar en público, pero no de cómo escuchar. Hay conversaciones que consisten en que solo estamos esperando a que el otro acabe para soltar lo que ya teníamos preparado. Se establecen diálogos de besugos que hacen que la gente no se entienda.
(...) Yo sigo el Método Balint, que sirve para entender al otro porque no hay prisa, porque nadie juzga. Juzgar hace un daño terrible. Estamos juzgando todo el tiempo a todo el mundo, sin pruebas. Y dictamos sentencias, lo cual cierra ya toda posibilidad de seguir tratando de entender a esa persona.
Lo no dicho. A menudo, mucho más importante que lo dicho, ¿no? En un equipo de trabajo, lo peor es lo no dicho, eso sí que es complicado de gestionar. Todo lo dicho, por duro que sea, se puede gestionar.
Se diría que ocurre lo mismo en las rupturas amorosas. Exactamente. “Yo pensé, yo ya vi que, aquello no me gustó… Yo ya sabía que tú…”. ¿Y por qué no me lo decías? El peor regalo que le puedes hacer a tu pareja es no decir cómo te sientes y no escuchar cómo se siente. Es la base. Pero vivimos en una sociedad en la que mostrar tus sentimientos equivale a ser vulnerable. Y no es verdad, es ser más fuerte.

de coños



Ain't got the change of a nickel
Ain't got no bounce in my shoes
Ain't go no fancy to tickle
I ain't got nothing but the blues
Ain't got no coffee that's perking
Ain't got no winnings to lose
Ain't got a dream that is working
I ain't got nothing but the blues
When trumpets flare up
I keep my hair up
I just can't make it come down
Believe me peppie,
I can't get happy
Since my ever loving baby left town
Ain't got no rest in my slumbers
Ain't got no feelings to bruise
Ain't got no telephone numbers
I ain't got nothing but the blues

mariposas muertas

Dos perlas de Gloria, una de ellas de mano amiga.
Punzada en boca de estómago.

Interior con mariposa muerta en el sofá.

Oxidadas tengo las bisagras de mis ojos
de tanto llanto llano;
se me van empequeñeciendo estas niñas,
que ayer me miraban alegres
desde el fondo del espejo;


desde el fondo de la botella
me miran taciturnas
las pasadas horas felices.

¡No me basta el pasado!

¡No quiero que se pase!

Y el pasado me pisa y me posa
y al final me posee, como una amante religiosa.

También había un ángel inocente
saltando a la comba con una culebra.

Todo esto acabo de verlo
en el fondo del fondo
de la botella.

Y la de mano amiga:

Se bebe para olvidar una cosa
y se olvida todo menos esa cosa.

Gloria Fuertes

algunas veces


Algunas veces vuelo
y otras veces
me arrastro demasiado a ras del suelo,
algunas madrugadas me desvelo
y ando como un gato en celo
patrullando la ciudad
en busca de una gatita,
a esa hora maldita
en que los bares a punto están de cerrar,
cuando el alma necesita
un cuerpo que acariciar.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañe el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.
Algunas veces gano
y otras veces
pongo un circo y me crecen los enanos;
algunas veces doy con un gusano
en la fruta del manzano
prohibido del padre Adán;
o duermo y dejo la puerta
de mi habitación abierta
por si acaso se te ocurre regresar;
más raro fue aquel verano
que no paró de nevar.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna
y le hablo de esa amante inoportuna
que se llama soledad.