Como escribía John Sumser
en su análisis del género, el policíaco contemporáneo supone la
actualización de la narrativa de la frontera, una suerte de evolución
del sustrato ideológico del western: quién aplica el monopolio
legítimo de la fuerza, cómo se defiende una comunidad política de las
amenazas contra su orden o, ay, cómo lidiar cuando el vigilante corrompe
su mandato. Todas esas cuestiones asoman, sin necesidad de subrayado
gafapasta, en The Shield,
hidratadas con derivadas de alcance social y político: los problemas
del multiculturalismo y la integración, las tensiones entre ley natural y
autoridad legítima, las redefiniciones posmodernas del heroísmo y la
culpa… Y lo hace sin la autoconsciencia sociológica de obras más
«serias» como The Wire o Mad Men. No. The Shield
es, primero, un relato entretenidísimo, que genera una dependencia
yonqui. Se afana en coger por sorpresa al espectador en todas sus
curvas, en segregarle testosterona y persecuciones en cada capítulo, en
machacarle con una extenuante partida de esgrima verbal y frontón
psicológico donde un serial-killer
pone en evidencia la triste vida de perdedor del poli (¡ay, DutchBoy!) o
en levantarle del sillón con una réplica de tipo duro, un vacile de
doscientos voltios en territorio Byz Lats o un macabro escenario del crimen [...]
Un pequeño extracto del extenso y maravilloso análisis que Alberto deja caer en mi admirada Jot down. Si no quieren adelantos ni calentarse la cabeza, ni se molesten
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