that was never a comedy for me

Si no fuera  porque data de los ahora en la distancia vistos alucinógenos ochenta, podría haber tenido uno de los finales más tristes de las películas de amor. Hasta que ella esboza un atisbo de sonrisa sigo pensando que va a acabar mal.
Yo diría que perfecta, esta obra. Eso sí, si alguien no sabe qué fueron los ochenta, que se tome algo psicoloquesea antes de verla.
[Lo del animal de Jessica con Paco Grande, el hijo de, es hacerle honor al apellido].


De la versión en Broadway, pues bueno, qué decir: que es una pena que coja tan a trasmano ahora mismo.


Y mi amado Dustin, idolatrado en mi adolescencia sin yo saberlo, aquí rompe a llorar y con él todos. Epifánico.

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