Fino, descarnado y sin ofrecerte un asidero. Por momentos insoportable. Pero no todo el mundo opina lo mismo.
Las diferencias con la serie son palpables. En este caso no había cojones a llevar el papel a la pantalla tal cual. Pero algo se gana: el impagable Stanley, del cual estoy enamorado (el actor está destinado a la excelencia por imperativo asquenazí, entre otros).
Cómo me gustaría viajar y conocer el líquido amniótico que gesta y alimenta a este tipo de individuos.
Por cierto, el jersey de ella en la escena absolutamente delicioisa de la giant ass jellyfish lo tuve durante años, por mor de Dustin H. en Tootsie y servidor con 14 años en un Madrid canicular: mitos, estéticas y esas cosas.
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