Estuve, por fin, viendo El puente. Me la habían abocetado -alguien que sabe del negocio que nos ocupa y que me lanza cabos sueltos para que yo recoja-, la había comenzado, y ahí me había quedado. La terminé conmocionado y conmovido. Uno no se hace una idea de lo que le viene encima con el inicio y eso es, claramente, un recurso del cineasta. La elección de Alfredo es magistral. Duele.
(La música de José Nieto es acojonante.)

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