POR QUÉ NO NOS LLEGAN POSTALES DE LAS COSAS QUE HICIMOS, DESDE SU LIMBO
Nos resistimos a separarnos porque aunque ya no los frecuentemos qué haremos con los nombres que nos dimos qué con los bares en que bebíamos qué con las esquinas que doblábamos con todas estas cosas quizá hubo que hacer algo que no hicimos y son mudas para decirnos ahora si están a buen recaudo si se cuidan solas si han crecido y se bastan a sí mismas y entonces como prueba irrefutable al final lo que echaremos de menos es el cuerpo.
Como llevaba trenza la llamábamos trencita en la tarde del jueves. Jugábamos a montarnos en ella y nos llevaba a una extraña región de la que nunca volveríamos.
Porque es casi imposible abandonar aquel olor a tierra de su cabello sucio, sus ásperas rodillas todavía con polvo y con sangre de la última caída y, sobre todo, la nacarada nuca donde se demoraban unas gotas de luz cuando ya luz no había.
Allí me dejó un día de verano y jamás regresó a recoger mi insomne pensamiento que desde entonces vaga por sus brazos corrigiendo su ruta, terco y contradictorio, lo mismo que una hormiga que no sabe salir de la rama de un árbol en el que se ha perdido.
Me volví a cruzar con él. No es que el resto del poema no lo merezca, pero quería poner el acento en este final pirotécnico:
Aunque de pronto frunzas 35 la frente que atormenta un pensamiento conmovedor y obtuso, y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla entre mojadas mechas rubias la expresión melancólica de Antínoos, 40 oh bella indiferente, por la playa camines como si no supieses que te siguen los hombres y los perros, los dioses y los ángeles, y los arcángeles, 45 los tronos, las abominaciones...
I like relativity and quantum theories because I don't understand them and they make me feel as if space shifted about like a swan that can't settle, refusing to sit still and be measured; and as if the atom were an impulsive thing always changing its mind.
Relatividad
Me gustan la teoría de la relatividad y la cuántica porque no las entiendo, porque hacen que tenga la sensación de que el espacio vaga como un cisne que no puede estarse quieto que no quiere quedarse quieto ni que lo midan; porque me dan la sensación de que el átomo es una cosa impulsiva, que cambia siempre de idea.
Mientras desciende el sol, lento como la muerte, observas a menudo esa calle donde está la escalera que conduce a la puerta de tu guarida. Dentro se encuentra un hombre pálido, cumplida ya, remota la mitad de su edad; fuma y se asoma hacia la calle desviada; soríe solitario a este lado de la ventana, la famosa frontera.
Tú eres ese hombre; una hora larga llevas viendo tus propios movimientos pensando desde fuera, con piedad, las ideas que en el papel pacientemente depositas; escribiendo, como fin de una estrofa, que es muy penoso ser, así, dos veces, el pensarse pensando, la vorágine sinuosa de mirar la mirada, como un juego de niños que tortura, paraliza, envejece.
La tarde, casi enferma de tan lejana, se sumerge en la noche como un cuerpo harto ya de fatiga, en el mar, dulcemente. Cruzan aves aisladas el espacio de color indeciso y, allá al final, algunos caminantes pausados se dejan agostar por la distancia; entonces el paisaje parece un tapiz misterioso y sombrío.
Y comprendes, despacio, sin angustia, que esta tarde no tienes realidad, pues a veces la vida se coagula y se interrumpe, y nada entonces puedes hacer contra ello, más que sufrir un sufrimiento, desorientado y perezoso, una manera de dolor marchito, y recordar, prolijamente, algunos muertos que fueron desdichados.
TELAS GRACIOSAS DE COLORES ALEGRES
Según el ABC de hoy Johnson ha motivado un nuevo agonizante en la capital de Malasia (se ve un caído junto a la bota de un policía y la bandera norteamericana en un ángulo de la derecha.)
Caminando por la acera de Alenza en busca del kiosko recordé moderadamente a una amante que tuve en Málaga.
Aquel soldado castellano que se llamó Jorge Manrique escribió sobre esto palabras permanentes. Cuán presto se va el placer, cómo se pasa la vida, aquellos días de Málaga o del medievo qué fueron sino verduras de las eras.
Vuelvo a casa silbando una melodía de Fats Waller. También aquella época de jazz comienza a ser prehistoria: algunos artistas negros de nuestros días atomizados desprecian a Louis Amstrong sus reverencias a los altos yanquis y soplan sobre sus trompetas con la furia de un juramento. Y mientras, Charlie Parker sigue muriendo ay sigue muriendo y Vallejo se extiende en la conciencia de los jóvenes que leen poesía y que esperan el veredicto de lord Russell y Sartre y muchos más contra los importantes del país más poderoso de la tierra (de estos hay señales inequívocas). Paca viste a la niña con colores alegres: tal vez vengan hoy los abuelos, esa pareja de casi ancianos que han sufrido bastante y trabajado como bestias de carga. Ella tuvo ocho hijos, enterró tres, atendió enfermedades, y zurció ropa de los otros cinco; él, ah cómo lo amo, hombre de precisas palabras, nos educó con su conducta, perdió una guerra, enterró a sus padres, soportó desesperación económica y separación de los suyos y hambre y frío y calor y fatiga e insomnio, todo cuanto nuestro país reserva a los matrimonios miserables. Pon a Lupe los pendientes de oro y repite conmigo: si alguna vez exiliamos a esos dos viejos de nuestro corazón seremos unos hijos de perra, unos bastardos. Paca, viste a la niña con colores alegres. Señores: agoniza un manifestante en la capital de Malasia.
Y va desfalleciendo la mañana debajo de un sol casi baldío mientras pasa mi juventud, las justas y los torneos, paramentos, bordaduras, qué fueron sino rocío de los prados. Y mientras caen bombas y muertos sobre las junglas de Vietnam.
Ahora recuerdo una travesía solitaria y paciente por calles de París. Era una madrugada de septiembre, venía de amar a una mujer, iba a dormir a casa de un amigo en la calle Maurice Ripoche; y caminaba y caminaba
rememorando al mismo tiempo mis insustituibles y pequeños sucesos de [hombre
y la Revolución Francesa; y calculaba de memoria mis francos bajo una amable lluvia que mojaba mis sucios cabellos, mis manos; que resbalaba sobre mi fervor de vivir y la calamidad del mundo.
Escribo para vosotros, testarudos, calamitosos seres que deambuláis en este laberinto agrietado de nuestro siglo. Os mando cartas porque creo en el fenómeno poético, lenguaje enloquecido y apesadumbrado que se derrite de calor ante un malasio que agoniza entre el plomo y la rabia. Escribo porque amo atrozmente lo que aún no ha sido todavía, como lo amáis vosotros, gente, que vais por las ciudades recordando y deseando, con un periódico arrugado y un corazón que se hincha como un aullido en un barranco. Escribo esta carta mientras oigo los ruidos de la cocina y veo pasar el tiempo como un megaterio por la dulce ventana . Escribo porque no soy un degenerado, porque estoy muy en deuda con dos viejos que languidecen en la edad al borde de su nieta, con una persona pequeña vestida con telas graciosas, con seres que me dieron o me dan, con gentes que pasan, con años que transcurren camino de los siglos, con un sueño de amistad popular que cruza solitario como un viejo vehículo del mar por el mar de la historia.
All the times I can't be with you and you get tired of being left alone And your mind needs reassuring that for me you're still the only one This love I have for you is stronger now than it's ever been So if you ever get the feeling I don't love you, feel again
Darling, all you have to do to feel the love I have for you is touch me And you can't help but know there's a world of love that's burning deep within Every day I'm thankful that I have you as a lover and a friend So if you ever get the feeling I don't love you, feel again
Darling, all you have to do to feel the love I have for you is touch me And you can't help but know there's a world of love that's burning deep within Every day I'm thankful that I have you as a lover and a friend So if you ever get the feeling I don't love you, feel again If you ever get the feeling I don't love you, just feel again
Y del prólogo de Álvaro Pombo al Eros y civilización:
Eros y civilización parte de la tesis sustentada por Freud –particularmente en El malestar de la cultura- de que la civilización necesita una rígida restricción del “principio del placer”. Pero a la luz de la propia teoría freudiana, y basándose en las posibilidades de la civilización llegada a madurez, Herbert Marcuse aduce que la existencia misma de ésta depende de la abolición gradual de todo lo que constriña las tendencias instintivas del hombre, del fortalecimiento de los instintos rivales y de las liberaciones del poder constructivo de Eros. Piensa Marcuse que los logros alcanzados por las culturas occidentales han creado ya los prerrequisitos para el surgimiento de una civilización no represiva, y señala las tendencias sociológicas y psicológicas que actúan en ese sentido. Esto lo lleva a un replanteamiento de la teoría freudiana en pugna con las escuelas neofreudianas (Eric Fromm, Karen Horney, Harry Stack Sullivan), que, en su opinión, han abandonado algunos de los descubrimientos más decisivos de la teoría psicoanalítica. "Eros y civilización, no nos saca de la utopía. Utopía de una civilización no represiva, de una sexualidad transformada en Eros creador. El asunto que quizá en último término Herbert Marcuse plantea, es el de que, no obstante ser las utopías imposibles, no nos resulta fácil imaginar el mundo sin esta su peculiar clase de imposibilidad. "
Se me habían pasado estas dos perlas en la discografía de las criaturas. Un poco de pop desenfadado e irónico para estos días complicados, por un lado; por el otro, una sorpresa que se desvela al final, con todo su negro y amargo humor.