Não te nasce a vontade de dormir?

Últimamente me he reencontrado con fantásticos prólogos. Este del que aquí traigo el fragmento inicial es de Marcelo Cohen. Aparece en un libro de poemas de Pessoa, también traducidos por él. Me ha parecido muy apropiado para enlazarlo con el siguiente poema.
"Alguien dijo que más que vivir, viajó. Él, que pasó por el mundo como una ausencia y lo fecundó de más mundos, quería sentir con la imaginación, porque la idea de actuar lo angustiaba de pereza."

Siervo sin dolor de un desolado designio, 
de nada creas o descreas mucho. 
Lo mismo da que pienses o no pienses. 
Todo es irreal, anónimo y fortuito. 

No tengas curiosidad del vasto mundo. 
Es mucho menos ancho que hondo. 
Y lo que no sabes no lo sabrás nunca 
y eso es lo más real y profundo. 

Trueca por vino el amor que no tendrás. 
Lo que esperas lo esperarás por siempre. 
Lo que bebes, te lo bebes. Mira las rosas. 
Muerto, ¿qué rosas olerás? 

Viendo el tumulto inconsciente en que anda 
la humanidad de un lado a otro, 
¿No te entran ganas de dormir? 
¿No te crece el desprecio al que manda? 

Dos veces al año, dicen los que saben, 
en Nishapor, donde a mí me cabe el mundo, 
florecen las rosas. ¡Esté yo sepulto 
y el doble florecimiento no se acabe! 

Trae el vino, que el vino, dicen, es, 
lo que alegra el alma, y en perfecta fe lleva 
la sangre de un Dios al cuerpo y el alma. 
Pero sea como fuere, bebe sin ser. 

Pisoteando los campos que el trabajo labra 
con sus caballos imperiales, pasa el César 
por aquí. Muerto él, más tarde, renace 
la hierba y por los campos se propaga. 

Goza el Sultán de amor en cantidad. 
Goza el Visir de amor en calidad. 
Yo no gozo amor ninguno. Dénme vino. 
Y gozo de ser nada en libertad.

Fernando Pessoa. Traducción de Marcelo Cohen.

Y aquí tenemos el original en el bello idioma suyo. Es de 1932, tres años antes de su muerte

Servo sem dor de um desolado intuito,
De nada creias ou descreias muito.
O mesmo faz que penses ou não penses.
Tudo é irreal, anónimo e fortuito.

Não sejas curioso do amplo mundo.
Ele é menos extenso do que fundo.
E o que não sabes nem saberás nunca
É isso o mais real e o mais profundo.

Troca por vinho o amor que não terás.
O que esperas, perene o esperarás.
O que bebes, tu bebes. Olha as rosas.
Morto, que rosas é que cheirarás?

Vendo o tumulto inconsciente em que anda
A humanidade de uma a outra banda,
Não te nasce a vontade de dormir?
Não te cresce o desprezo de quem manda?

Duas vezes no ano, diz quem sabe,
Em Nishapor, onde me o mundo cabe,
Florem as rosas. Sobre mim sepulto
Essa dupla anuidade não acabe!

Traze o vinho, que o vinho, dizem, é
O que alegra a alma e o que, em perfeita fé,
Traz o sangue de um Deus ao corpo e à alma.
Mas, seja como for, bebe e não sê.

Com seus cavalos imperiais calcando
Os campos que o labor esteve lavrando,
Passa o César de aqui. Mais tarde, morto,
Renasce a erva, nos campos alastrando.

Goza o Sultão de amor em quantidade.
Goza o Vizir amor em qualidade.
Não gozo amor nenhum. Tragam-me vinho
E gozo de ser nada em liberdade.

definición por negación

No sobreviviré en la facilidad.
ni en el agua viciada de las bodas,
esa que de reposar y del humo
está seca, está vencida.
No sobreviviré y es objetivo el punto,
cada cual que maneje sus variables y probables
fallas de ser o de vida.
Yo no duraré-no hagáis drama
de lo que ya sabíamos.


arquitecturas uno

no nací en Madrid. Madrid, cintura dentro
de circunvalación, Madrid capital de madres,
lugar a donde van a morir las provincias, los domingos
y las visitas.

Madrid es mi oteaje cada vez,
desde el cruce de fuencarral yo voy llegando y ardiendo,
a la urbe vamos a arder, decían.

madrid es mi ciudad perseguida sin un mapa, con el salmo
de la niña, la chica, la resabiada:
hostilidad, excitación, excitación, excitación.

Todo por si pensabas que yo (era de la capital)
Yo no soy más que mi deseo.

María Salgado

mantón de manila

De Madrid al cielo
 
De pronto, 
las felicidades sensoriales pueden ser absolutas, 
habrá brisa -seguro-, 
no seremos por siempre condenados, 
descubrirán la droga contra el cáncer 
y de Madrid al cielo, 
con vestido chinés.


Juan Gacia Hortelano.


la languidez

La languidez de la juventud, única y quintaesenciada... ¡Qué pronto se pierde para siempre! Todos los demás atributos tra­dicionales de la juventud: el entusiasmo, los afectos generosos, las ilusiones, la desesperación -todos menos ése-, aparecen y desaparecen a lo largo de la vida. Forman parte de la vida misma. Pero la languidez, la relajación de los músculos todavía no agotados, la mente que busca la soledad y se entrega a la introspección, sólo pertenecen a la juventud y con ella mueren. Es posible que en las mansiones del Limbo los héroes disfruten compensaciones semejantes por haber perdido la Visión Beatí­fica; también es posible que dicha Visión tenga cierta afinidad remota con esa experiencia terrenal. Yo, por mi parte, creí estar muy cerca del Paraíso durante aquellos lánguidos días que pasé en Brideshead.

-¿Por qué le llaman «castillo» a esta casa?
-Es lo que era hasta que lo trasladaron.
-¿Qué estás diciendo?
-Pues eso. Teníamos un castillo a una milla de aquí, allí abajo, cerca del pueblo. Después nos encaprichamos con el valle, desmontaron el castillo, trajeron las piedras hasta aquí arriba y edificaron una casa nueva. Me alegro de que lo hicieran, ¿y tú?
-Si fuera mía nunca viviría en otra parte.
-Eso es lo malo, Charles, que no es mía. Ahora mismo sí lo es, pero normalmente está llena de bestias rapaces. ¡Ojalá fuera siempre como ahora...! Siempre verano, siempre sin gente, la fruta siempre madura, y Aloysius de buen humor...
Es así como me gusta recordar a Sebastian, tal como era aquel verano, cuando vagábamos a solas por aquel palacio encantado: Sebastian bajando a toda velocidad en su silla de ruedas por los senderos del huerto, bordeados de boj, a la búsqueda de fresas alpinas e higos calientes, o impulsándose a través de los invernaderos, de un perfume a otro, de un clima a otro, para cortar un racimo de uvas moscatel o elegir una orquí­dea para nuestro ojal. Sebastian exagerando cómicamente las dificultades, mientras iba cojeando hasta las antiguas habitaciones de los niños, donde nos sentábamos uno al lado del otro sobre la raída alfombra floreada, con el contenido del armario de juguetes desparramado a nuestro alrededor y Nanny Hawkins bordando plácidamente en un rincón diciendo: «Sois tal para cual; un par de niños. ¿Es eso lo que os enseñan en la universidad?».
Sebastian tendido al sol, de espaldas sobre un banco del patio de columnas mientras que yo, acomodado en una silla dura, me esforzaba por dibujar la fuente.
-¿La cúpula también es de Iñigo Jones? Parece posterior.
-¡Oh, Charles, no seas tan turista! ¿Qué importa cuándo se hizo, si es bonita?
-A mí me interesan esas cosas.
-Pues es una lástima; pensaba que ya te habías curado de todo eso... Ese señor Collins... la culpa es suya.
Vivir entre aquellas paredes constituía una excelente educa­ción estética: vagar de una habitación a otra, de la biblioteca de estilo Soane al salón chino, deslumbrante con sus pagodas do­radas y sus afables mandarines, su papel pintado y sus adornos Chippendale en relieve; ir desde el saloncito pompeyano a la inmensa sala de paredes cubiertas de tapices que se conservaba en el mismo estado que doscientos cincuenta años atrás; sentar­nos hora tras hora a la sombra, contemplando la terraza.

The languor of Youth - how unique and quintessential it is! How quickly, how irrecoverably, lost! The zest, the generous affections, the illusions, the despair, all the traditional attributes of Youth - all save this - come and go with us through life. These things are a part of life itself; but languor - the relaxation of yet unwearied sinews, the mind sequestered and self-regarding that belongs to Youth alone and dies with it.  Perhaps in the mansions of Limbo the heroes enjoy some such compensation for their loss of the Beatific Vision; perhaps the Beatific Vision itself has some remote kinship with this lowly experience; I, at any rate, believed myself very near heaven, during those languid days at Brideshead.

‘Why is this house called a “Castle”?’

‘It used to be one until they moved it.’

‘What can you mean?’

‘Just that. We had a castle a mile away, down by the village. Then we took a fancy to the valley and. pulled the castle down, carted the stones up here, and built a new house.  I’m glad they did, aren’t you?’

‘If it was mine I’d never live anywhere else.’

‘But you sec. Charles, it isn’t mine. Just at the moment it is, but usually it’s full of ravening beasts. If it could only be like this always - always summer, always alone, the fruit always ripe, and Aloysius in a good temper...’

It is thus I like to remember Sebastian, as he was that summer, when we wandered alone together through that enchanted palace; Sebastian in his wheel chair spinning down the box-edged walks of the kitchen gardens in search of alpine strawberries and warm figs, propelling himself through the succession of hothouses, from scent to scent and climate to climate, to cut the muscat grapes and choose orchids for our button-holes; Sebastian hobbling with a pantomime of difficulty to the old nurseries, sitting beside me on the threadbare, flowered carpet with the toy-cupboard empty about us and Nanny Hawkins stitching complacently in the comer, saying, ‘You’re one as bad as the other; a pair of children the two of you. Is that what they teach you at College?’ Sebastian supine on the sunny seat in the colonnade, as he was now, and I in a hard chair beside him, trying to draw the fountain.

‘Is the dome by Inigo Jones, too? It looks later.’

‘Oh, Charles, don’t be such a tourist. What does it matter when it was built if it’s pretty?’

‘It’s the sort of thing I like to know.’

‘Oh dear, I thought I’d cured you of all that - the terrible Mr Collins.’ It was an aesthetic education to live within those walls, to wander from room to room, from the Soanesque library to the Chinese drawing, adazzle with gilt pagodas and nodding mandarins, painted paper and Chippendale fretwork, from the Pompeian parlour to the great tapestry-hung hall which stood unchanged, as it had been designed two hundred and fifty years before; to sit, hour after hour, in the shade looking out on the terrace.

Brideshead revisited, Chapter 4.
Evelyn Waugh. Traducción de Caroline Phipps.

los papás de Kiko

Tiene dos entradas
para el estreno esta noche
en el Teatro Nacional.
Ponen una obra,
una que a Federico
no le dejaron estrenar.
Vé tú que puedes,
no te pierdas la oportunidad,
yo tengo guardia esta noche,

deja a los niños con tu mamá.
Y ella vuelve pronto y sola,
no sabe qué hacer sin él,
él no sabe qué hacer con el cuerpo,
viven en la casa cuartel.
Y sólo quiere
irse muy lejos,
cogerla de la mano
y salir corriendo.

Cerca de Rosas,
donde primero alumbra el sol,
el faro se mueve frío,
Dalí le daba conversación.

Hoy he visto...
hoy he visto en la playa
la espina de un pez rosado.
Y una cuerda rota,
ay, si pudieras ver
sus hilos dorados.

Y sólo quiere...

el vino, el sueño y la muerte

Nocturne

Veillerons-nous ce soir ?
La lune est haute ;
Toutes les palmes de la nuit calme,
Voluptueuses, flottent,
Pour un épithalame...
Et l'air prie bas entre les feuilles noires ;
Une eau sanglote ;
On pourrait voir,
A travers le ciel résillé d'étoiles fines,
L'ombre de Dieu et Dieu qui se devine.

Serait-ce un sacrilège ?
La nuit est-elle à nous, spectres du jour,
Avec la honte au coeur des haines et des amours
Et tout ce poids d'humilié que rien n'allège ?
—Oh! dormons— clos les yeux : nos coeurs sont sourds,
Nos yeux aveugles et las ;

Et l'oeuvre de nos bras
Est telle qu'au jour suffit sa peine, à peine;
Et l'oeuvre de la veille
Ne nous vaut pas un lendemain où prendre haleine :
À chaque soir le vieux sommeil
Voici la longue nuit des songes
Dont le jour, trois fois bas, s'affuble et se prolonge
—Le rêve veille et peine
Près de nos corps inertes qui s'allongent
Mimant le beau jour las qui dort le front au coude—
Puis c'est l'aube, encore d'angoisse ! et telle
Qu'il semble que toute l'âme saigne, goutte à goutte,
Au néant, s'y dissoudre, l'immortelle !...

Dors— bonne nuit ! pourtant : ris, rêve et doute...
Ce baiser de ta bouche
Fut comme un peu de vin ;
Ta main fraîche à mon front est comme une pluie fine
—Ton doux bras que je touche
Est tiède comme la nuit de juin...

La lune au ras des peupliers se couche
...On mourrait bien...

Francis Vielé-Griffin


Nocturno

¿Permaneceremos esta noche en vela?
La luna está en lo alto:
Todas las palmas de la noche calma, 
Voluptuosas, flotan,
Para un epitalamio...
Y en voz baja reza el aire entre las hojas negras;
Solloza el agua;
Podríamos ver,
A través del cielo tachonado de estrellas finas,
La sombra de Dios y Dios que se adivina.

¿Será acaso un sacrilegio?
A nosotros, espectros del día, ¿nos pertenece la luna
Con la vergüenza en el pecho de odios y de amores
Y ese peso entero de humillación que nada calma?
—Oh, durmamos —con los ojos cerrados: tenemos sordo el pecho,
Los ojos ciegos y cansados;

Y es tal la obra de nuestros brazos
Que a cada día le basta con su pena, apenas;
Y la obra de la víspera
No nos brinda siquiera un día futuro para tomar aliento:
En cada noche el viejo sueño
He aquí la noche larga de los sueños
Con la que el día, tres veces bajo, se disfraza y prolonga
—El sueño vela y pena
Cerca de nuestros cuerpos inertes que se estiran
Imitando al bello día cansado que duerme con la frente en el codo-
Luego de nuevo el alba, de angustia nuevamente, y tanta
Que pareciese que toda el alma sangra, gota a gota,
Para perderse, inmortal, en la nada!...

Duerme— buenas noches, sin embargo: sonríe, sueña y duda...
Fue el beso de tu boca
Como un poco de vino;
Tu mano, fresca sobre mi frente, es como lluvia fina
—Tu brazo, que yo toco, suave
Es tibio como la noche de junio...

La luna a la altura de los álamos se acuesta
...Morir sería tan fácil... 

Traducción de Miguel Frontán Alfonso.

canciones de ayer (y III)


Uno se cree
Que los mató
El tiempo y la ausencia.
Pero su tren
Vendió boleto
De ida y vuelta.
Son aquellas pequeñas cosas,
Que nos dejó un tiempo de rosas
En un rincón,
En un papel
O en un cajón.
Como un ladrón
Te acechan detrás
De la puerta.
Te tienen tan
A su merced
Como a hojas muertas
Que el viento arrastra allá o aquí,
Que te sonríen tristes y
Nos hacen que
Lloremos cuando
Nadie nos ve.


canciones de ayer (II)

Como un guerrero tengo el viento a favor 
tengo una espada bruñida de sangre y sudor
tengo dos tibias cruzadas sobre un trapo negro. 
Ataque o me repliegue siempre tiro de hierro. 
Pero tú llegas como un alud, como tromba 
que amenaza con anularme por siempre jamás. 

De caballero mi código es el honor 
y mi palabra vale lo que valgo yo. 
Mi escudo de armas dibuja perro sin raza, 
olivo moro y arreos de caza. 
Pero tú llegas como un fogonazo y proclamas 
ser el trueno que mata y ante el que hay que sucumbir.

Lejos, lejos, no se ve el final
algo me arrastra, me dejo arrastrar. 
Lejos, lejos, me dejo arrastrar. 
Rosa de los vientos me quieres tragar. 
Lejos, lejos, no se ve el final 
algo me arrastra, me dejo arrastrar. 
Y he pensado en volver a campo abierto, 
en solitario, a pecho descubierto 
y evadir la emboscada 
que significa tu mirada
el alma en las pupilas 
y que todo me dé risa. 

Lejos, lejos, no se ve el final
algo me arrastra, me dejo arrastrar. 
Lejos, lejos, me dejo arrastrar. 
Rosa de los vientos me quieres tragar. 
Lejos, lejos, no se ve el final
algo me arrastra, me dejo arrastrar. 
Lejos, lejos, me dejo arrastrar. 
Rosa de los vientos me quieres tragar.


canciones de ayer

Las hojas, esta mañana temprano...
Las hojas, esta mañana temprano,
están como satinadas,
y la lluvia es tibia;
las canciones de ayer vuelven como estribillos,
esta alegre mañana,
y si me olvido, viene tu voz en mi ayuda;
mas si tu memoria falla,
recupero la melodía que lleva, cual sin valor,
las palabras que así al azar se persiguen;
¿qué cantamos
con palabras tan dulces
que incluso, sin orden, nos hechizan?

Francis Vielé-Griffin

con la entonación adecuada

patulea.
(De patullar).

1. f. coloq. Soldadesca desordenada.
2. f. coloq. Gente desbandada y maleante.
3. f. coloq. Muchedumbre de chiquillos.

el árbol

Vivo en una casa no lejos de la carretera. Junto a esa carretera, a la entrada de la curva, crece un árbol. 
Cuando yo era niño, la carretera era aún un camino de tierra. Es decir, polvorienta en verano, fangosa en primavera y en otoño, y en invierno cubierta de nieve igual que los campos. Ahora es de asfalto en todas las estaciones del año.
Cuando yo era joven, por el camino pasaban carros de campesinos arrastrados por bueyes, y sólo entre la salida y la puesta de sol. Los conocía todos, porque eran de por aquí. Eran más raros los carros de caballos. Ahora los coches corren por la carretera de día y de noche. No conozco ninguno, aparecen de no se sabe dónde y desaparecen hacia no se sabe dónde.
Sólo el árbol ha quedado igual, verde desde la primavera hasta el otoño. Crece en mi parcela.
Recibí un escrito de la Autoridad. "Existe el peligro --decía el escrito-- de que un coche pueda chocar contra el árbol, ya que el árbol crece en la curva. Por lo tanto, hay que talarlo".
Me quedé preocupado. Llevaban razón. Efectivamente, el árbol está junto a la curva, y cada vez hay más coches que cada vez corren más rápido y sin prudencia. En cualquier momento puede chocar alguno contra el árbol. Así que tomé una escopeta de dos cañones, me senté bajo el árbol y, al ver acercarse al primero, disparé. Pero no acerté. Por eso me arrestaron y me llevaron a juicio.
Traté de explicar al tribunal que había fallado únicamente porque mi vista ya no es buena, pero que si me dieran unas gafas seguro que acertaba. No sirvió de nada.
No hay justicia. Es verdad que un coche puede chocar contra el árbol y dañarlo. Pero sólo con que me dieran unas gafas y algo de munición, me quedaría sentado vigilando. ¿A qué tanta prisa por talar un árbol si hay otros métodos que pueden protegerlo de un accidente?
Y no les costaría nada, aparte de la munición. ¿Acaso es un gasto excesivo? 

Sławomir Mrożek, traducido por Bozena Zaboklicka y Francesc Miravitlles.

tremendo corifeo



If a search has been long and futile and brutal
And if you squint trying to recollect the bosom of your grown love
You reach out and into the absence and gasping
The vastness grasps you like an alien embrace
Your face to its face
No end and neither beginning you're spinning
You're breathless but o'er in a dark and hateful star an evil world
Where would I ever be without you?
How could I hope to seize the tablet of values and redact it?
Foolish, I know but I'm about to die
about to die
about to die
about to die
about to die
Your life must surely be ending and trembling
You realize you never lived a day at all (wait) and it's all your fault (wow)
It all seems unspeakably vile and while you wretch the memory of all you understood
The vandal laughs into his hood (ha ha ha)
Where would I ever be without you?
How could I hope to seize the tablet of values and redact 'em?
Foolish, I know but I'm about to die
about to die
about to die
about to die
Look there the goblin's dressed up like a wound
Mutants all vagrant and hateful
Look there the mirror lies distant staring vacant and glaring pronouncing your name
'bout to die
'bout to die
about to die
about to die
about to die
Where would I ever be without you?
How could I hope to seize the tablet of values and redact it?
Foolish, I know but I'm about to die
about to die
about to die
about to die
You're already dead
You're already dead
but you're about to die

de cuando los membrillos en flor

membrillo.
(Del lat. melimēlum, manzana dulce, y este del gr. μελίμηλον).
1. m. Arbusto de la familia de las Rosáceas, de tres a cuatro metros de altura, muy ramoso, con hojas pecioladas, enteras, aovadas o casi redondas, verdes por el haz y lanuginosas por el envés, flores róseas, solitarias, casi sentadas y de cáliz persistente, y fruto en pomo, de diez a doce centímetros de diámetro, amarillo, muy aromático, de carne áspera y granujienta, que contiene varias pepitas mucilaginosas. Es originario de Asia Menor; el fruto se come asado o en conserva, y las semillas sirven para hacer bandolina.

bandolina1.
(Del fr. bandoline).
1. f. Mucilago que servía para mantener asentado el cabello después de atusado.