Celalba

Soneto 46 de Góngora, escrito en 1596. Construido sobre la base de una crecida calamitosa del Guadalquivir, el poema habla de otro asunto. El primer y el último verso nos lo muestran. A Jaime no se le escapó el soneto, faltaría más, y lo usó de cita en su De senectute, así como lo intertextualizó en el penúltimo verso. Pero eso, otro día. Hoy con Celalba vamos servidos.

Cosas, Celalba mía, he visto extrañas:
cascarse nubes, desbocarse vientos,
altas torres besar sus fundamentos
y vomitar la tierra sus entrañas;

duras puentes romper, cual tiernas cañas,
arroyos prodigiosos, ríos violentos,
mal vadeados de los pensamientos
y enfrenados peor de las montañas;

los días de Noé, gentes subidas
en los más altos pinos levantados,
en las robustas hayas más crecidas.

Pastores, perros, chozas y ganados
sobre las aguas vi, sin forma y vidas,
y nada temí más que mis cuidados.

3 comentarios:

  1. El dolor del amor, es lo que yo entiendo en este poema.

    Uno de los verso que más me gusta por la fuerza que trasmite es "vomitar la tierra sus entrañas". Me parece increíble como consigue casi un ritmo sonoro.

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