23 de flujo y reflujo

El título: Deshielo al mediodía. La editorial, la  de pronto llegará la nieve, se siente en el aire: Nordica libros, primorosa. El individuo poeta -dice él que poeta no es sustantivo, sino adjetivo-, Tomas Tranströmer, uno con biografía de las que yo creía desaparecidas por mor de los tiempos que corren. Error mío.
Empecé al revés la publicación. Antes de leer el artículo que esta mañana colgué, estaba pergeñando esto. Algunas casualidades.

Música lenta

El edificio está cerrado. El sol entra por las ventanas 
y calienta la parte superior de los escritorios 
que son tan fuertes como para cargar el peso del destino del hombre. 

Estamos afuera hoy, junto a la extensa y ancha ladera. 
Muchos llevan ropas oscuras. Uno puede estar al sol y cerrar los ojos 
y sentir cómo es soplado lentamente hacia adelante. 

Rara vez vengo hasta el agua. Pero ahora estoy aquí, 
entre grandes piedras con espaldas pacíficas. 
Piedras que lentamente han caminado hacia atrás desde las olas.

De Tañidos y huellas (1966).

En la Europa profunda

Yo, casco oscuro que flota entre dos puertas de esclusas, 
descanso en la cama del hotel, mientras alrededor despierta la ciudad. 
La alarma silenciosa y la luz gris penetran 
y me suben lentamente hasta el próximo nivel: la mañana. 

Horizonte escuchado. Algo quieren decir, los muertos. 
Fuman pero no comen, no respiran pero les queda voz. 
Voy a apurarme por las calles, como uno de ellos. 
La catedral ennegrecida, pesada como una luna, hace flujo y reflujo.

De Para vivos y muertos (1989) 

Su traductor, el poeta uruguayo Roberto Mascaró.

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