Se presentó la muerte a nuestro lado y lo hizo de manera zafia, grosera en las formas, ni sádica siquiera. Se presentó y nos dejó con un mohín de asco, de náusea y desprecio.
Me levanté con una palabra rondándome, que ya lo hacía desde hace días:
impertinente
Del lat. tardío impertĭnens, -entis, de im- 'in-2' y pertĭnens, -entis 'pertinente'.
3. m. pl. Anteojos con manija, usados por las señoras.
Hoy viene a mi la damisela soledad
con pamela, impertinentes y botón
de amapola en el oleaje de sus vuelos.
Hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finalmente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.
Por eso hoy
gentilmente te convido a pasear
por el patio, hasta el florido pabellón
de aquel árbol que plantaron los abuelos.
Hoy el ensueño es como el musgo en el brocal
dibujando los abismos de un amor
melancólico, sutil, pálido cielo.
Viene a mí, avanza,
viene tan despacio,
viene en una danza
leve en el espacio.
Cedo, me hago lacio
y ya vuelo, ave.
Se mece la nave,
lenta como el tul,
en la brisa suave
niña del azul.
Oh melancolía, novia silenciosa,
íntima pareja del ayer.
Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer.
Oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar.
Oh melancolía, rosa del aliento,
dime quién me puede amar.
con pamela, impertinentes y botón
de amapola en el oleaje de sus vuelos.
Hoy la voluble señorita es amistad
y acaricia finalmente el corazón
con su más delgado pétalo de hielo.
Por eso hoy
gentilmente te convido a pasear
por el patio, hasta el florido pabellón
de aquel árbol que plantaron los abuelos.
Hoy el ensueño es como el musgo en el brocal
dibujando los abismos de un amor
melancólico, sutil, pálido cielo.
Viene a mí, avanza,
viene tan despacio,
viene en una danza
leve en el espacio.
Cedo, me hago lacio
y ya vuelo, ave.
Se mece la nave,
lenta como el tul,
en la brisa suave
niña del azul.
Oh melancolía, novia silenciosa,
íntima pareja del ayer.
Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer.
Oh melancolía, señora del tiempo,
beso que retorna como el mar.
Oh melancolía, rosa del aliento,
dime quién me puede amar.
Amada, supón que me voy lejos
tan lejos que olvidaré mi nombre.
Amada, quizás soy otro hombre
más alto y menos viejo
que espera por sí mismo,
allá lejos, allá, trepando
el dulce abismo.
Amada, supón que no hay remedio,
—remedio es todo lo que intento—.
Amada, toma este pensamiento,
colócalo en el centro
de todo el egoísmo
y ve que no hay ausencia para
el dulce abismo.
Amada, supón que en el olvido
la noche me deja prisionero.
Amada, habrá un lucero nuevo
que no estará vencido
de luz y de optimismo.
Y habrá un sinfín latente bajo
el dulce abismo.
Amada, la claridad me cerca.
Yo parto, tu guardarás el huerto.
Amada, regresaré despierto
otra mañana terca
de música y lirismo.
Regresaré del sol que alumbra
el dulce abismo.
tan lejos que olvidaré mi nombre.
Amada, quizás soy otro hombre
más alto y menos viejo
que espera por sí mismo,
allá lejos, allá, trepando
el dulce abismo.
Amada, supón que no hay remedio,
—remedio es todo lo que intento—.
Amada, toma este pensamiento,
colócalo en el centro
de todo el egoísmo
y ve que no hay ausencia para
el dulce abismo.
Amada, supón que en el olvido
la noche me deja prisionero.
Amada, habrá un lucero nuevo
que no estará vencido
de luz y de optimismo.
Y habrá un sinfín latente bajo
el dulce abismo.
Amada, la claridad me cerca.
Yo parto, tu guardarás el huerto.
Amada, regresaré despierto
otra mañana terca
de música y lirismo.
Regresaré del sol que alumbra
el dulce abismo.
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