Segundo López Sánchez

Me desayuno con Ángela en plenitud de asombro y admiración. Leyéndola con ojos incrédulos se me olvida sorber el café. En esta página hay una buena muestra de su material; la biografía de la wiki tiene pasajes impagables y, por último, traca fallera de estos días lamentablemente mudos por mor de lo obvio, su expediente personal. La página 6 de este último es de liturgia.

Nadie sabe
 
Abre tus ojos anchos al asombro
cada mañana nueva y acompasa
en místico silencio tu latido
porque un día comienza su voluta
y nadie sabe nada de los días
que se nos van y luego se deshacen
en polvo y sombra. Nadie sabe nada.
Pisa la tierra, vierte la simiente,
coge la flor y el fruto: sin palabras,
pues nadie sabe nada de la tierra
muda y fecunda que, en silencio, brota,
y nadie sabe nada de las flores
ni de los frutos ebrios de dulzura.
Mira la llamarada de los árboles,
bebiéndose lo azul: contempla, toca
la piedra inmóvil de alma intraducible
y el agua sin contornos que camina
por sus trazados cauces, ignorándolos.
Sueña sobre ellos. Sueña. Sin decirlo.
Pues nadie sabe nada de los árboles
ni de la piedra ni del agua en fuga.
Mira las aves altas, desprendidas,
limando el sol al golpe de sus alas;
toma del aire el trino y el gorjeo,
pero no quieras traducir su ritmo,
pues nadie sabe nada de los pájaros.
Mira la estrella, vuela hacia su altura,
toma su luz y enciéndete la frente,
pero no inquieras su remoto arcano
pues nadie sabe nada de la estrella.
Besa los labios y los ojos; goza
la carne del amante sazonada
secretamente para ti; acomete
con decisión humilde la tarea
del imperioso instinto: crece en ramas
mas nada digas del tremendo rito
pues nadie sabe nada de los besos,
ni del amor ni del placer, ni entiende
la ruda sacudida que nos pone
al hijo concluido entre los brazos.
Clama sin grito, llora sin estruendo
pues nadie sabe nada de las lágrimas.
Vete a hurtadillas. Con discreto paso.
Traspasa quedamente la frontera.
Pues nadie sabe nada de la muerte.

Carta abierta.

Jesús de Nazaret
(Dios Hijo.)
Cielo.

Perdona que te escriba. De seguro
no harás cuenta de mí. Soy poca cosa.
Segundo López Sánchez, carpintero,
casado, con mujer y cinco hijos.
Trabajo en un taller. (Y las chapuzas.)
Soy uno de tus pobres. Pero ocurre
que ya no tengo fuerzas ni paciencia.
Señor, que es mucha brega y poco trago.
Señor, mejor que bajes y lo veas.
Yo soy de pocas letras, mas decían
que fuiste del oficio cuando mozo.
No sé cómo andaría en aquel tiempo
lo de vivir del tajo y ser un pobre,
pero lo que es ahora es un milagro
mayor que el de los panes y los peces
poner algo en la mesa y repartirlo
para que llegue a todos. Haz la prueba.
Ven a carpintear entre nosotros
y vive del jornal. Sudarás sangre
como en el huerto. Y sal por los caminos
y ponte a predicar como solías
contra los fariseos, y repite
aquello de los ricos y la aguja,
y echa a los mercaderes de la Iglesia,
y a ver qué pasa. Y resucita un muerto
de los prohibidos, y habla del reparto
y di que den lo suyo a quien lo gana.
Si no te crucifican como entonces
es porque ahora, apenas se abre el pico
te hacen callar. Bonita está la cosa.
Señor, ven a ayudarnos, por tu Madre.
Que no digan ni Cristo lo remedia.
Que no somos tan malos como dicen.
Pero es ya mucho machacar el hierro.
Luego se pone al rojo y se arma una,
y, en fin, no canso más, tú te harás cargo.
De obrero a obrero te lo pido y firmo:
Tu humilde servidor,
Segundo López.

Ángela Aymerich Figuera

Maite

Este animal de bellota de aquí abajo ha gestado y parido lo de más abajo.
Alucinante todo.



María Elvira

Leyendo sus poemas y las escuetas biografías que encuentro acá y allá, mucho vivió María Elvira. Todo parece a contra mano en ella.
Aquí hay una bio más digna.

Vida prestada

Señor,
esta vida prestada
que sostengo
a fuerza de dolor
hecho ya aliento,
aliento que me pesa
estancado remanso
que no fluye
ni se renueva con cada latido-
es como las demás. También prestada.
Pero a mí
me dejaste pendiendo
la etiqueta,
el marchamo que dice a todas horas
-porque un viento en el alma lo remueve-:
                                 "Que no me pertenece."
Y se posan
mis tan oscuros y tristones ojos
sobre toda planta que en la tierra crece
y sobre todo ser humano
que a la vida
se entrega totalmente. Apasionado.
Con asombro los miro,
porque a ellos
les arrancaste un día la etiqueta.
La etiqueta que a mí,
angustiosamente,
me baila sin cesar. Frente a los ojos.

El traje nuevo

Voy a vestirme el traje de etiqueta.
Cuidaré mis maneras.
Perfumaré mi aliento -respirando el estiércol tanto tiempo...-
No. No es correcto. Lo sé,
el presentarme así todos los días.
A mi modo. Rebelde.
Llevando de la mano -igual que las gitanas a la puerta del "Metro"-,
palabras mal peinadas. Andrajosas. Desnudas.
Intentaré acordarlas.
Arcangélica música debe llevar el viento
cuando gira:
"Los oros del otoño", "Las cascadas", "Los trinos".
Pero no. No podré; ¡estos modales...!
Cuando me sienta estrecha aquí en el alma.
Cuando me pise sin clemencia el Tiempo,
vocearé de nuevo.
Escupiré a la rima -la rima es de burgueses
de la dicha-, y mis zapatos
llevaré ya en la mano. Iré saltando
libre
de su opresión.
Y de verdad lo siento. Debe ser tan hermoso,
con paternal orgullo,
pasear entre gentes -satisfechas
del todo- almidonadas frases
con puntillas
y lazos
de colores vistosos...

María Elvira Lacaci

sin adjetivos

Un granizo ligero
golpeaba hoy el cristal
de la ventana;
había una indiferencia
sin adjetivos
en la Naturaleza.

David Cánovas Williams

casar

abrogar

Del lat. abrogāre.

1. tr. Der. AbolirderogarAbrogar una leyun código.

irrefutable al final

POR QUÉ NO NOS LLEGAN POSTALES DE LAS COSAS QUE HICIMOS, DESDE SU LIMBO

Nos resistimos a separarnos porque
aunque ya no los frecuentemos
qué haremos con los nombres que nos dimos
qué con los bares en que bebíamos
qué con las esquinas que doblábamos
con todas estas cosas quizá hubo que hacer
algo que no hicimos y son mudas para decirnos
ahora si están a buen recaudo
si se cuidan solas
si han crecido y se bastan a sí mismas
y entonces como prueba irrefutable
al final lo que echaremos de menos es el cuerpo.

Bárbara Mingo Costales

trencita

Así nunca volvió a ser

Como llevaba trenza
la llamábamos trencita en la tarde del jueves.
Jugábamos a montarnos en ella y nos llevaba
a una extraña región de la que nunca volveríamos.
 
Porque es casi imposible abandonar
aquel olor a tierra de su cabello sucio,
sus ásperas rodillas todavía con polvo
y con sangre de la última caída
y, sobre todo,
la nacarada nuca donde se demoraban
unas gotas de luz cuando ya luz no había.
 
Allí me dejó un día de verano
y jamás regresó
a recoger mi insomne pensamiento
que desde entonces vaga por sus brazos
corrigiendo su ruta, terco y contradictorio,
lo mismo que una hormiga que no sabe salir
de la rama de un árbol en el que se ha perdido.

Ángel González

vv. 35-46

Me volví a cruzar con él. No es que el resto del poema no lo merezca, pero quería poner el acento en este final pirotécnico:

Aunque de pronto frunzas                 35
la frente que atormenta un pensamiento
conmovedor y obtuso,
y volviendo hacia el mar tu rostro donde brilla
entre mojadas mechas rubias
la expresión melancólica de Antínoos,    40
oh bella indiferente,
por la playa camines como si no supieses
que te siguen los hombres y los perros,
los dioses y los ángeles,
y los arcángeles,                        45
los tronos, las abominaciones...

Jaime Gil de Biedma

Aquí hay un buen análisis del asunto.

sentado en el borde del camino

La letra original, versión en italiano y traducción se pueden hallar fácilmente.
Putos animales.

porque no las entiendo

Relativity

I like relativity and quantum theories
because I don't understand them
and they make me feel as if space shifted about 
like a swan that can't settle,
refusing to sit still and be measured;
and as if the atom were an impulsive thing
always changing its mind.

Relatividad

Me gustan la teoría de la relatividad y la cuántica
porque no las entiendo,
porque hacen que tenga la sensación de que el espacio vaga
como un cisne que no puede estarse quieto
que no quiere quedarse quieto ni que lo midan;
porque me dan la sensación de que el átomo es una cosa impulsiva,
que cambia siempre de idea.

D. H. Lawrence. La traducción la desconozco.

según el ABC, desde León

Mientras desciende el Sol… 

Mientras desciende el sol, lento como la muerte,
observas a menudo esa calle donde está la escalera
que conduce a la puerta de tu guarida. Dentro
se encuentra un hombre pálido, cumplida ya, remota
la mitad de su edad; fuma y se asoma
hacia la calle desviada; soríe solitario
a este lado de la ventana, la famosa frontera.

Tú eres ese hombre; una hora larga llevas
viendo tus propios movimientos
pensando desde fuera, con piedad,
las ideas que en el papel pacientemente depositas;
escribiendo, como fin de una estrofa,
que es muy penoso ser, así, dos veces,
el pensarse pensando,
la vorágine sinuosa de mirar la mirada,
como un juego de niños que tortura, paraliza, envejece.

La tarde, casi enferma de tan lejana,
se sumerge en la noche
como un cuerpo harto ya de fatiga, en el mar, dulcemente.
Cruzan aves aisladas el espacio de color indeciso
y, allá al final, algunos caminantes pausados
se dejan agostar por la distancia; entonces
el paisaje parece un tapiz misterioso y sombrío.

Y comprendes, despacio, sin angustia,
que esta tarde no tienes realidad, pues a veces
la vida se coagula y se interrumpe, y nada entonces
puedes hacer contra ello, más que sufrir un sufrimiento,
desorientado y perezoso, una manera de dolor marchito,
y recordar, prolijamente,
algunos muertos que fueron desdichados.

TELAS GRACIOSAS DE COLORES ALEGRES

Según el ABC de hoy Johnson ha motivado
un nuevo agonizante en la capital de Malasia
(se ve un caído junto a la bota de un policía
y la bandera norteamericana en un ángulo de la derecha.)

Caminando por la acera de Alenza en busca del kiosko
recordé moderadamente a una amante que tuve en Málaga.

Aquel soldado castellano que se llamó Jorge Manrique
escribió sobre esto palabras permanentes. Cuán presto
se va el placer, cómo se pasa la vida, aquellos días
de Málaga o del medievo qué fueron sino verduras de las eras.

Vuelvo a casa silbando una melodía de Fats Waller.
También aquella época de jazz comienza a ser prehistoria:
algunos artistas negros de nuestros días atomizados
desprecian a Louis Amstrong sus reverencias a los altos yanquis
y soplan sobre sus trompetas con la furia de un juramento.
Y mientras, Charlie Parker sigue muriendo ay sigue muriendo
y Vallejo se extiende en la conciencia de los jóvenes
que leen poesía y que esperan el veredicto de lord Russell
y Sartre y muchos más contra los importantes del país
más poderoso de la tierra (de estos hay señales inequívocas).
Paca viste a la niña con colores alegres:
tal vez vengan hoy los abuelos, esa pareja de casi ancianos
que han sufrido bastante y trabajado como bestias de carga.
Ella tuvo ocho hijos, enterró tres, atendió enfermedades,
y zurció ropa de los otros cinco; él, ah cómo lo amo,
hombre de precisas palabras, nos educó con su conducta,
perdió una guerra, enterró a sus padres, soportó
desesperación económica y separación de los suyos
y hambre y frío y calor y fatiga e insomnio,
todo cuanto nuestro país reserva a los matrimonios miserables.
Pon a Lupe los pendientes de oro y repite conmigo:
si alguna vez exiliamos a esos dos viejos de nuestro corazón
seremos unos hijos de perra, unos bastardos. Paca,
viste a la niña con colores alegres. Señores:
agoniza un manifestante en la capital de Malasia.

Y va desfalleciendo la mañana debajo de un sol casi baldío
mientras pasa mi juventud, las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras, qué fueron sino rocío de los prados.
Y mientras caen bombas y muertos sobre las junglas de Vietnam.

Ahora recuerdo una travesía solitaria y paciente
por calles de París. Era una madrugada de septiembre,
venía de amar a una mujer, iba a dormir a casa de un amigo
en la calle Maurice Ripoche; y caminaba y caminaba
rememorando al mismo tiempo mis insustituibles y pequeños sucesos de [hombre
y la Revolución Francesa; y calculaba de memoria mis francos
bajo una amable lluvia que mojaba
mis sucios cabellos, mis manos; que resbalaba
sobre mi fervor de vivir y la calamidad del mundo.

Escribo para vosotros, testarudos, calamitosos seres
que deambuláis en este laberinto agrietado de nuestro siglo.
Os mando cartas porque creo en el fenómeno poético,
lenguaje enloquecido y apesadumbrado que se derrite de calor
ante un malasio que agoniza entre el plomo y la rabia.
Escribo porque amo atrozmente lo que aún no ha sido todavía,
como lo amáis vosotros, gente, que vais por las ciudades
recordando y deseando, con un periódico arrugado
y un corazón que se hincha como un aullido en un barranco.
Escribo esta carta mientras oigo los ruidos de la cocina
y veo pasar el tiempo como un megaterio por la dulce ventana .
Escribo porque no soy un degenerado, porque estoy muy en deuda
con dos viejos que languidecen en la edad al borde de su nieta,
con una persona pequeña vestida con telas graciosas,
con seres que me dieron o me dan, con gentes que pasan,
con años que transcurren camino de los siglos,
con un sueño de amistad popular que cruza solitario
como un viejo vehículo del mar por el mar de la historia.

Félix Grande.