con una vaga prudencia

Autobiografía

Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que más quería.

Luis Rosales 

that was never a comedy for me

Si no fuera  porque data de los ahora en la distancia vistos alucinógenos ochenta, podría haber tenido uno de los finales más tristes de las películas de amor. Hasta que ella esboza un atisbo de sonrisa sigo pensando que va a acabar mal.
Yo diría que perfecta, esta obra. Eso sí, si alguien no sabe qué fueron los ochenta, que se tome algo psicoloquesea antes de verla.
[Lo del animal de Jessica con Paco Grande, el hijo de, es hacerle honor al apellido].


De la versión en Broadway, pues bueno, qué decir: que es una pena que coja tan a trasmano ahora mismo.


Y mi amado Dustin, idolatrado en mi adolescencia sin yo saberlo, aquí rompe a llorar y con él todos. Epifánico.

el dragón de Missouri

Recuerda por momentos a Breaking bad. También a House of cards, a la primera de True detective... Pero nunca es ninguna, ni plagio. Es otra cosa. Y es excelente.
La acabé ayer con asombro y admiración. Estuvo todo el día entre gris y lluvia. Hoy quiere asomar la luz.