el misterioso oficio

LA POESÍA, OTRA VEZ

Cualquier cosa tiene más sentido en este mundo que escribir poesía: arrojar piedras a un río, mirar el sol, respirar, no hacer nada, dormir, subirse a un árbol, mentir, odiar, morir, llorar, matar una mosca vieja que a duras penas levanta el vuelo, sufrir, enamorarse, ser correspondido, no serlo, perderse en el mar, ahogarse, comprar en una tienda una chocolatina, comerse una mandarina con la mirada ausente, hacer el ridículo, ser humillado, humillar, matar un pavo para Navidad con un cuchillo Arcos comprado en Amazon, conducir un cortacésped por una autopista, saludar a los muertos como si estuvieran vivos, arreglar el tejado de la casa de tus abuelos, decepcionar, pagar a Hacienda, tirar la basura a un contenedor, comprarte un avión, aprender a tocar una trompeta, usar desesperadamente demasiada lejía para lavar el váter, rezarle a Dios, afiliarse al Partido Comunista de España, ducharte, buscar un zapatero para que te arregle los zapatos más viejos del mundo, hospedarte por dos mil trescientos euros la noche en una suite del Four Seasons de la calle Sevilla de Madrid, desaparecer, borrar tu nombre de todos los registros civiles del estado español, hacerte inmensamente rico, empobrecerte, pedir limosna en una esquina, desvanecerte en la Gran Vía madrileña como si no hubieses sido sino una ilusión óptica, cualquier cosa tiene más sentido que este oficio de escribir poesía, el misterioso oficio que el azar y el tiempo encomendaron a unos pocos y desdichados seres humanos entre los que no quiero contarme.

Manuel Vilas

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