Don Miguel también escribía poesía. Fino y socarrón, como siempre. El otro día me crucé con este ensalmo que todos deberíamos entonar al levantarnos cada mañana:
Ensalmo para preservar del mal de corazón
Cabecita, cabecita,
tente en ti, no te resbales,
y apareja dos puntales
de la paciencia bendita;
solicita
la bonita
confiancita;
no te inclines
a pensamientos ruines;
verás cosas
que toquen en milagrosas;
Dios delante,
y san Cristóbal gigante.
Miguel de Cervantes
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