de lo negro

Así que, hablando de don Jaime y sus ecos, aquí se presenta el esclarecido. Esta vez creo que no hay intertextualiación; creo...

¿Fue posible que yo no te supiera?

¿Fue posible que yo no te supiera
cerca de mí, perdido en las miradas?

Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Si apareciendo entonces
me hubieras revelado
el país verdadero en que habitabas!

Pero pasaste
como un Dios destruido.

Sola, después, de lo negro surgía
tu mirada.

Jaime Gil de Biedma

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