los gases son comprensibles
filias y parafilias en otro cuaderno de Juan Bay
de un instante
grados de atención: la luz que entraba por la ventana
La columna, de este viernes pasado, no es de mis preferidas literariamente hablando. Sin embargo, coincido tanto con su tercer párrafo.
Permanecer atentos
Hay días en los que uno se
levanta necesitando desesperadamente que ocurra algo bueno. Algo bueno, aunque
se trate de algo bueno pequeño, de algo bueno normal, de algo bueno doméstico.
Dios mío, si me sintonizas, envíame algo bueno. ¿Nos sintoniza Dios como
sintonizamos nosotros una emisora de radio? ¿Mueve Dios un dial por el que un
día escucha a Àngels Barceló y otro a Carlos Herrera? Ahí estoy yo también, en
todo caso, pidiéndole algo, no un milagro, no una intervención grandiosa, sino
un gesto, un guiño, un destello, una disculpa. Y me pregunto si la señal le
llega distorsionada, como cuando las emisoras de radio se mezclan entre sí y no
sabes si hablan a favor de Ucrania o en su contra.
Aun así, sigo
pidiendo. Cuanto
más ateo me vuelvo más pido, aunque sospeche que nadie se encuentra al otro
lado. Porque uno pide incluso cuando sabe que es uno mismo quien debe
conseguirse ese algo bueno. Permanecemos aferrados a aquella parte de la
infancia en la que el mundo podía transformarse en un instante por la aparición
de un regalo inesperado del Ratoncito Pérez, de una palabra de reconocimiento
del profesor de Lengua, de la luz que entraba por la ventana el día de Reyes.
Quizá lo que esperamos es la
confirmación de que no estamos completamente solos en el interior de nuestra
cabeza. Que hay un orden secreto, una coreografía mínima, un pacto silencioso
entre lo que pensamos y lo que sucede. Un pacto que a veces se cumple y a veces
no, como ocurre con las señales de radio cuando el viento cambia de dirección y
se mueve la antena. Me gusta creer que lo bueno que pedimos no siempre llega en
el envoltorio imaginado. Que a veces se disfraza de rutina, de una conversación
trivial, de una sonrisa que aparece donde no la esperabas. Y que, si existiera
ese Dios radiófilo, tal vez nos revelaría que la oración más eficaz es la que
emitimos cuando dejamos de suplicar y empezamos, simplemente, a permanecer
atentos.
Juan José Millás
mean streets
lo de Kelly: burning bridges
tres o cuatro mudanzas de muebles
La verdadera fuerza de la vida se aprende comprando fruta en el Mercado.
***
Desde cierto punto de vista, la vida consiste en tres o cuatro mudanzas de muebles.
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Ser feliz consiste en creer que uno lo es.
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Si la terraza de café es lo suficientemente buena, el más desgraciado puede hacerse pasar por un tipo con suerte.
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Hay un elogio fúnebre que jamás se valorará lo suficiente: En su casa nunca faltó buena bebida.
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El amor reclama cegueras transitorias.
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Lo más sensato sería querer a la gente por partes.
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Lo único tonto es no usar un consuelo, por muy consuelo de tontos que sea.
***
La mayor parte de las veces, es mejor estar absolutamente convencido sólo a medias.
sin suceder
Qué bien que lo describe Carlos:
LA VISITA
y todo se extravía
Cae la nieve
Cae y cae la nieve.
Hacia las estrellitas blancas
Que la tormenta lleva aquí y allá, se extienden
Las flores del geranio en la ventana.
Cae la nieve y todo se extravía,
Todo levanta vuelo,
La curva de la esquina,
Una escalera de peldaños negros.
Cae y cae la nieve. No parecen
Copos, sino que sobre los remiendos
De una capa a la tierra descendiese
Lentamente la cúpula del cielo.
Como si con los gestos de algún extravagante,
Desde el piso de arriba,
Sigiloso, jugando a la escondida,
Bajara el cielo desde la buhardilla.
Porque la vida no espera. Un instante,
Y ya es la víspera de Nochebuena.
Luego, un breve paréntesis, y observa:
El año nuevo que de pronto llega.
Cae la nieve, densa, densa,
¿Y con su andar, sobre sus huellas,
Al mismo ritmo, con esa indolencia
O con la misma prisa con que nieva
Es el tiempo que vuela?
¿Tal vez un año a otro año sobreviene
Como cae la nieve
O como las palabras de un poema?
Cae y cae la nieve,
Cae la nieve y todo se extravía,
El peatón que encanece,
Las plantas sorprendidas,
La curva de una esquina.
Boris Pasternak

